Parábolas para volar, paranoyas para llorar y soñar.

jueves, diciembre 16, 2010

Disfruta.

Abro la puerta, coloco los pies en la alfombrilla para no manchar el tapizado, me siento, y cierro la puerta. Dejo el móvil y el tabaco en sus zonas correspondientes, ambas al alcanze de mi mano, el primero para un caso de emergencia y el segundo por razones obvias (para los fumadores, claro está).

Coloco la llave, conecto el contacto, y espero hasta que el motor haga la revisión, unos 2 segundos, más o menos. Muevo la llave hacia fuera mientras el leve rugido de mi fiel compañero empieza a sonar. Enciendo las luces. Como podeis comparar la mierda de Beethoven con su ralentí, su silbido, su suspirar. Es como si me hablara. Muchos no lo entendeis, estoy seguro, pero yo era de los que me quedaba horas y horas viendo revistas de coches siendo pequeño, jugando con ellos sobre las losetas de mi casa, imaginandome carreteras por las líneas y disfrutando con solo mover un trozo de metal/plástico. Micromachines, Majorette's, incluso de los 20 duros, eso daba igual, y aun por ahi guardo las cajas donde se encuentra mi felicidad infantil.

Pulso el Play, y suena Rap Janitors. Perfecto. Piso el embrague, meto la marcha atrás, y salgo de mi aparcamiento mirando si por la calle se acerca algún fanático como yo, un jueves a las 2 en la calle, ya no solo es cojer el coche por necesidad, es por vicio, por obsesión. Termino de salir del aparcamiento, meto primera y arranco. Su sonar me llama, me está proponiendo una cita para siempre, un viaje a donde yo decida, yo lo comprendo, y le doy lo que quiere, igual que el quiere darme a mi sus mejores skills, pero aún estás frío amigo, es invierno, tómate tu tiempo, aún nos quedan muchos semáforos.

Y así es, hasta que cojo mi desviación en la rotonda y me dirigo a cojer la A-430 hacia mi pueblo. ¿Estás listo? Enciendo un cigarro, cambio de música, eligo Delahoja, rap nuevo y de antaño, sublime. Pura esencia, de la que ya no encuentras, de la que te fías, de la que escuchas, hoy en día.

Ya no hay farolas, sonando a tópico, sólo me alumbra la luna, a mi izquierda, sonrojandose en el agua, y de lejos, la ciudad me saluda, antes de irse a dormir. Hasta llegar, esta mezcla se convierte en un sólo elemento. Agarro el volante con la mano derecha, saco la mano izquierda que sujeta mi cigarro por la ventana, y me relajo.

Y, hasta llegar, me siento libre. Simplemente disfruto.