Parábolas para volar, paranoyas para llorar y soñar.

martes, diciembre 14, 2010

Presentación. Día 0

Solía pensar, y suelo, que quien escribe desde su más iracunda tristeza, hasta quien lo hace desde su más eufórica alegría, es aquel que sólo puede ser inclúido en dos tipos de grupos, de los cuales hablaré a continuación.

El primero, si cabe, más deprimente que el segundo, del cual hablaré más tarde, es formado por ignorantes, mensajes ausentes de cualquier información útil para un ser humano que no sea congénere de este primero. Pero vamos, que los pocos que quedan de mi especie (!), incluímos en la lista de cosas que nos importan una puta mierda los telegramas de tales susodichos, así que no dedicaré más de mi valioso tiempo a definir tales personajes, si acaso otro día.

El segundo, sólo lo forman dos personas, a saber, el primero, yo, el segundo, un vagabundo de una ciudad quasicolindante a la mía, sí él me permite tal clasificación, sino, tampoco creo que se entere. Respecto a mi vida social, es admirable desde un punto de vista correcto para la sociedad, véase, tengo una buena novia, amigos, bebo alcohol rara vez, poseo una trayectoria académica más que aceptable, oigo algo de la música que me venden, y contribuyo a mi país mediante el 80% de impuestos que pertenecen a cada cartón de cigarros que me fumo cada semana y media, aproximadamente. Ajam. De puta madre. Así que fuck yeah y para casa. Pero como algo falla, y no creo en los psicólogos y nadie tiene el remedio para mi enfermedad, me he hecho un puto blog, a modo de quarentena indefinida, estado de alarma indescriptible. Intentaré escribir día a día, no os prometo nada, a nadie.

A nadie, nada.